Es posible que muchos de nosotros y sin ser conscientes de ello, hemos practicado el plantfulness. Cuando nos ponemos en contacto con una planta y nos dedicamos exclusivamente a su cuidado; cultivándola, regándola, limpiándola, podándola o simplemente contemplando sus nuevos brotes, ya podemos decir que estamos tratando dicha práctica.
De hecho, ¿quién de nosotros, cuándo éramos pequeños, no hemos sembrado, para una actividad de la escuela, lentejas o garbanzos sobre una base de algodón dentro de un tarro de cristal? ¿La mayoría verdad? Pues dicha actividad ya es la base de la práctica. Cada día requería de toda nuestra atención para ver cómo nacía y crecía la vida que habíamos creado; lo hacíamos con ilusión, paciencia y ganas.
Así pues, el plantfulness es una especie de meditación activa o “yoga mental” que ayuda a desconectar y a la vez aporta una sensación de paz en medio del estrés que vivimos durante nuestro día a día mientras se cuida una planta.
El término proviene de dos grandes conceptos: plantas y mindfulness, un tipo de meditación que presta atención y por ende se es consciente de “algo” que está sucediendo en el momento y lugar presente, como todos aquellos pensamientos, sentimientos y comportamientos que se están realizando durante una actividad. Es una práctica que trabaja la mente y contribuye al bienestar emocional, por ello tiene beneficios asegurados como la reducción del distrés (aspecto negativo del estrés) y el cambio de ver las cosas desde una perspectiva más calmada. Por otro lado, hay estudios que proporcionan datos de cómo el contacto con la naturaleza mejora la salud física, mental y emocional. De modo que, si juntamos plantas y mindfulness disfrutamos de todos estos beneficios en una sola palabra. La diferencia con el mindfulness, es que con el plantfulness puedes conseguir dicha calma sin apenas entrenarlo, con poco esfuerzo y en pocos minutos.
La propia presencia de las plantas nos permite reconectar con la naturaleza y desarrollar nuestra personalidad a través de la constancia, la observación, la paciencia y el respeto que les proporcionamos a la hora de cuidarlas. Nos incentivan a estar con ellas un rato cada día, ya sea desde la simple contemplación, dónde se desconecta de los problemas y se descansa la vista, hasta el trasplante, el cual implica las manos y se puede jugar con la creatividad.
No obstante, no cualquier planta es fácil de comprender y conocer, por ello se aconseja empezar con esta práctica con plantas en las que te puedas entender desde un principio y no haya dudas como son los Pothos, las Scindapsus Pictus, Calathea, Oxalis trangularis, Ficus elastica o Stromanthe triostar. Estas son ideales porque en caso de necesidad, lanzan señales visuales en todo momento para que puedas comprenderlas, como por ejemplo, mostrándote avisos en las hojas cuando necesitan agua.
Asimismo, como el plantfulness ayuda a pensar en uno mismo y en concreto en nuestros propios hábitos, además de apoyarnos en ellos, es necesario aprovecharlos a la hora de elegir una planta. ¿Eres de esas personas que te encanta regar en exceso? Entonces mejor no te compres un cactus o una sansevieria, ya que deberás controlarte para que no mueran. Ahora bien, una excelente opción sería la planta de bambú.
BENEFICIOS DEL PLANTFULNESS
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, entre los principales beneficios de plantfulness destacan los siguientes:
Cultiva la paciencia, puesto que los ritmos de la naturaleza no son como nosotros queremos.
Ayuda a estar presentes, a causa de la atención que necesitan las plantas, y a la vez a desconectar de los problemas.
Permite descansar la vista.
Favorece y aumenta la creatividad.
A la hora de aplicar dicha práctica no hay que autoexigirse mucho para hacerlo bien, puesto que no todo depende de nosotros, las mismas plantas nos enseñan muchas cosas y, por lo tanto, todo forma parte del aprendizaje. El plantfulness se puede considerar como un espacio de autocuidado y de crecimiento personal junto a estos seres vivos.
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